Somos letras, somos oraciones y somos ideas que adquieren rostro tan sólo por haber sido pensadas. Siempre somos letras, comas, puntos suspensivos, signos de interrogación. Con los años, y con una dosis de suerte, nos convertimos en palabras, párrafos y luego en historias. Incluso antes del nacimiento ya somos lenguaje: los progenitores suelen asignar, in útero, nombres y profesiones a los vástagos. Con el tiempo nos transformamos en ilusiones, deseos y obsesiones. Kronos, inefable testigo, se encarga de convertir nuestras vidas en historias, y en ocasiones, en literatura.
ARNOLDO KRAUS, "Leer para vivir"
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