Las ojas barren el suelo creando nidos esponjosos, crujientes bajo pies ajenos. La calle destella abrumada por las repetitivas luces navideñas. Huele al chasquido de la leña en chimeneas que silban contentas, útiles.
Espíritus familiares que vagan fríos e hipócritas entre las ventanas vecinas. Niños ilusionados que sonríen boqueabiertos al juguete del escaparate.
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La gente se amontona en las concurridas calles de la ciudad. Ataviados con guantes y un amplio repertorio de bufandas; desde las simples y de lana hasta las coloridas bufandas de algodón. Pasean con la mirada puesta en todas aquellas cosas, estratégicamente colocadas, que se despliegan ante sus ojos. Un mendigo en la esquina sostiene un cartel: pide comida, caridad, hipocresía. Le dejan monedas y se marchan contentos con ellos mismos, se creen buenos. No lo saben, pero aquello que terminan de hacer y de lo que tan orgullosos se sienten es solo una muestra de la fiebre solidaria que parece existir solo en navidad. No lo saben, pero dentro de unos meses andarán en manga corta y helado en mano por esas mismas calles, que ya entonces se quejarán sedientas y ajenas, y pasarán por al lado de aquél con quien fueron TAN buenos... y ni lo verán! No le habrán colocado las calles precisamente para ello, ni la solidaridad herbirá en su interior, ni tampoco un séguito de pegadizos villancicos resonarán en sus oídos... Aquella mentira de la que se nutren las tardes de televisión, la programación de la radio..., habrá desaparecido.
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Marionetas de una sociedad que se mueve en círculo. Una rutina que se sucede año tras año; con las mismas personas, con nuevos juguetes, con las ausencias que alguien se empeña en hacer fuerte hastas que consigue que duelan más una noche concreta que cualquier otro día.
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No pensamos. No decidimos; ni lo que hacemos, ni siquiera lo que decimos, ni tan solo lo que somos. Creemos poseer poder para cambiar cualquier cosa, para escoger sobre todo... Ya nos los dicen: "el futuro". Y aun así son ellos, los que tratan de convencernos de esto, los que nos controlan. Emociones, sentimientos. La capacidad de traer a nuestra cabeza un recuerdo escondido, enterrado, apartado.
Reír, llorar, odiar, ayudar... Pagar!
Capaces de manipular hasta llegar a escoger todo de absolutamente todos.
¿Inteligentes? ¿Astutos? Poderosos.
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