domingo, 29 de mayo de 2011

Se peleaba con sus sueños cada mañana al despertar. Le hacía abrir los ojos a codazos y tenía que hacer un gran esfuerzo para borrar la dulzura
que ansiaba salir de sus labios al desearle buenos días. Todos sus "te quiero" daban de bruces contra el caparazón que la rodeaba; lo resquebrajaban un poquito y le hacían débil por momentos. Él no lo sabía, pero ella estaba convencida de que un "te quiero" más y acabaría perdida.
Empezaba a acostumbrarse a lo que nunca pensó que haría; se comían a besos sin mediar palabra. Había guardado el cariño en una cajita y se había asegurado de cerrarla a calicanto. Y daba igual los esfuerzos que él invirtiese en encontrar la llave; daban igual los mimos, las caricias, los besitos en los ojos...
Estaba empapada de miedo, muy atenta a que nunca supiese lo que sentía; ¿una oportunidad para hacerle daño? No gracias, -mejor piensa que te ignoro.
Ingenuidad; todos sabemos quien habla de verdad. Le daban igual los silencios, el amor se le escapaba por los ojos, se mezclaba en su saliva y se reinventaba en un suspiro.
Él le sonreía tranquilo cada vez que ella se escondía a cada "te necesito".


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