lunes, 27 de agosto de 2012

Ya toca.

Bonita manera de ordenar ideas, de recolocar sentimientos, de secuenciar mis miedos. Fluye tan rápido, tan "sin tropezar", que me asusta, me atrapa y me abruma. Debería servirme la almohada para esto mismo que uso el teclado, pero si nuestras cabezas se hacen compañía me acaba ocurriendo lo contrario. Me empapo de tus dudas, en sueños, y acabo por levantarme envuelta en sudor y miedo. Pidiendo cada vez que me veo cruzar los dedos que vuelvas a despertar la semana que viene en mi cama. Y así, de silencio a silencio, cansada de escucharte maldecir en voz baja todos los errores que he cometido, atenta siempre a las indirectas que piden de reojo que no me escape de tu lado, tragándome cada uno de tus besos hasta que, de puro hastío, acaban durmiendo tus labios en mi boca. 

¿Qué haría yo sin tus despedidas? ¿Y si no pudiese escribir? Esperas que sea capaz de decir "vale, lo intento; y yo salgo de la ducha cada día esperando no tropezar con las piernas hechas un lío dentro del albornoz. Si pudiese parecerme un poquito más a tu paz...

martes, 10 de abril de 2012

Prometimos volver a vernos...

Las nueve de la mañana. La habitación destilaba aburrimiento. Demasiado temprano, y sin embargo tenía la sensación de llevar muchas horas tumbada, agobiada de recuerdos, asqueada de tanto dudar. El problema era de azúcar, capaz de diluirse en un vaso de leche o de alegrar un bol de fresas, pero se le estaba atragantando como si de tragar merluza se tratase. Las opciones se le amontonaban en la mesita, apabullando el móvil, haciendo subir incansablemente el número de mensajes de esos dos contactos. Los ojos se le cerraban, y aún no había aprendido a dormir con ese remordimiento. Las noches se tornaban de plomo y hacía días que no encontraba solución.
Llamémoslo rutina, o tal vez amor, o ambas cosas... Fuese lo que fuese le ataba irremediablemente a la almohada, al olor a "no te vayas nunca", al sonido de su boca mordiendo el escaso espacio que les separaba. Y a lo otro lo llamamos novedad, atracción... ¿Ilusión? Cuánto le costaba pensar esas palabras, valorar esos sentimientos, contemplarlos como opción... Y se quedaba así, sentada mil horas, sacando un humo cada vez más negro, cada vez más áspero, cada vez más... Cada vez más. 
Sus ojos se volvían de ajoaceite, capaces de repetirse en su cabeza hasta que conseguía conciliar el sueño. Y ya no le cantaban, no le llevaban a aquellas playas tan lejanas a tumbarla en la arena y masajearle el cuello hasta que caía rendida, ya no le besaban... Sus ojos lloraban de rabia, de miedo, de angustia, de celos.
Y qué fea podía llegar a ser la habitación de la culpa y de la duda... Qué claustrofóbica, qué horrible, qué merecida...

jueves, 1 de marzo de 2012

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No supe q era respirar hasta que fui capaz de enfrentar tus silencios con una sonrisa, hasta que aprendí a disfrutar sola de la ducha, hasta que empecé a cambiar de emisora cuando se ponía modosita la radio.

martes, 14 de febrero de 2012

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No te creas, a mi también me molestan tus días de regla. Sí, los he ido descubriendo con los años. Vaya que sí, una regla extraña; no mancha, no provoca decenas de granitos por tu cara, no se te hincha la barriga días antes ni tampoco te duele el pecho cada vez que se nos van de las manos nuestros ratos de dos. No es una regla común, sería tan imposible biológicamente como difícil sería dormir en la Luna esta noche; pero de todos modos me molesta, me irrita, me provoca asco por momentos y sobretodo me confunde enormemente.
Esos días de no quiero saber nada de ti, de va a dolerme si me hablas, de vete lejos que me mareas. Esos días salteados, hoy tú, mañana yo; esos días que liman, que raspan, que ahogan. Cómo me molesta tu regla... Cómo.

sábado, 21 de enero de 2012

san seacabó.

Acostumbraba a dedicar gran parte del día a averiguar cómo había llegado hasta ahí... Las cosas más absurdas le absorbían el tiempo; creía ser metódica, aburrida hasta la saciedad, ordenada, no con las cosas, sino con su vida... Vivía en un mundo de cuadrícula hasta el día en el que trató de seguir andando y se borró la línea... Mientras caía se instaló la cámara lenta en su cabeza; las veces en las que no había cedido ni un poco, todos y cada uno de los días en los que se había cenado lo que ella había querido, las mil ocasiones en las que ni siquiera le había ablandado el corazón su mirada de algodón. ¿Qué había he
cho? Sentarse a recoger abrazos, ponerse de morros hasta que él consiguiese abrirle los labios a besos, disparar barbaridades hasta verle llorar. Y así, otoño tras otoño.
Ahora, ya sin suelo, las lágrimas comenzaron a hacer mella en sus mejillas. Sus palabras retumbaban a cada segundo consiguiendo que la rabia le quemase los párpados; que ya no puedo más, cariño; que has sido el mismo centro de todo; que me has devuelto aire... Rodeada de verdades se deshacía en el abismo, anhelando el final de la caída, ridícula.
Error.
Entre sus ojos se diluyeron las últimas imágenes de ambos; alzó la mirada y lo encontró observándola desde el borde. Cuánto miedo en aquella expresión, cuánta angustia, cuántos recuerdos... Cuánto... Esa era su suerte, pensó. Que pese a todo la había querido como a nadie. Supo entonces que si se hubiese estado quieta un segundo más no estaría cayendo; que él había venido corriendo, a rescatarla, a olvidar el miedo, a olvidar los golpes. Y es que daba igual todo, él la quería y él había hecho tarde. Y así, hasta el último segundo de su vida estuvo echando balones fuera, culpando a los demás de sus traspiés, convenciéndole a él que ella era una santa.

martes, 3 de enero de 2012

Buenos días.

Amanecer a golpes, golpes de luz... Acurrucarse en el hueco de tu hombro, a contarle sueños a tu oreja, a ver si despiertas tú también, a ver si te quedas. Desenvolver muy lento, para no dejar que se cuele nada de frío bajo las sábanas; ni el frío que hiela ni tampoco el que haría que se congelase la magia que me atrapa cuando abres los ojos de buena mañana. Y así, en este absurdo, me pasaría horas; mirándote dormir, tratando de evitar que la luz moleste tus sueños, inventando lo que podemos estar haciendo ahora mismo en tu cabeza... Rodeada de tus brazos, dejando que absorbas todas mis dudas simplemente con respirarme cerca.