Que estas ganas de ti deben ser ilegales. De estrujarte hasta que no te quede aire, de comerte para que no quede ni una pizquita de ti que pueda antojársele a nadie. Estas ganas de recorrerte y de desgastarte a lametones. Esta necesidad tan boba de que me mires de frente, de que me beses durante horas, de que me digas de todo y todo muy bajito. Estas ganas de caer rendida y acomodarme en tu regazo y pasar ahí lo que me quede de noche. Estas ganas de dormirme mientras mis sueños van de arriba a abajo, a compás con tu respiración, cómplices de la magia que nos envuelve. Estas ganas de seguir tan cerca de ti que no sé dónde acabo y dónde empiezas; de confundir realidades, de vivir en nuestro mundo, de despertar en cinco.
lunes, 28 de enero de 2013
miércoles, 16 de enero de 2013
A golpes.
Dedicada a ello, a desentonar en tu discurso, a chirriar en tu sintonía, a no ser nunca lo que alguien espera oír de tu boca. Cada vez más, y más; y más. Y más. Más despacio, más hondo, más acompasado, más de verdad. Hasta que vomitas. Hasta que ya no quiere más, hasta que se le antoja incomestible, hasta que se le hace bola; hasta que viene mamá y lo recoge con una servilleta.
Porque sí, ese es el juego. Subir hasta que se pincha el globo. Crecer hasta que te estampas de bruces contra el techo. Comer hasta que te empachas. Beber hasta el coma. Dormir hasta que duelen los párpados. Gritar hasta que no queda voz. El hasta. Una palabra con final, con un punto. La única que sabes que no seguirá; la única capaz de desvirtuar cualquier promesa, cualquier verdad. La pareja del pero. Voy a quererte hasta; voy a ir a verte pero, te dije que sí pero, todo iba bien hasta...
Somos así. Necesitamos pausas, salidas de seguridad. Una manta, un abrazo, una puerta de emergencia. Algo capaz de hacernos frenar cuando se nos está yendo de las manos. Gestos, huídas, palabras..., lo que sea. Lo que sea pero que te mantenga lejos, que no te deje estar a menos de un milímetro de mí, de mi paz, de mí misma. Distancias bien marcadas, límites claros. Yo te alejo y te acerco; y todo al mismo tiempo, no vaya a ser que te vayas más de lo que quiero o que te quedes más de lo que me da tranquilidad.
Y así va la cosa, de joderla mucho y pedir mucho perdón después. De decir que no y explotar por la cantidad de síes que te inundan por dentro. De mirarnos de reojo y no estar nunca dispuestos a decir lo siento. De buscar la libertad en tu ausencia, de creerme más fuerte por despertar sin ti, de soltar perlas por mi boca, de las que luego me da miedo envenenarme con el regusto a asco que me dejan en la boca. A coger lo feo y cocinarlo a fuego lento, y a servirlo caliente, quemando, y con levadura; para que todo sea mil veces más grande de lo que realmente es; para que me ahogue al respirar la cantidad de reproches que soy capaz de soltar; para que sigas echando de menos mis sonrisas. Y, claro está, para acabar todas las frases con un pero, con un hasta, con un no.
Y acabar corriendo a tu cuello, a colgarme de tus labios y comérmelos con gelatina de fresa, con croquetas de puchero, con el kebap de los viernes. A llorarle a tu hombro, a mirarte dormir, a que me calientes los pies cuando volvemos de la calle y a despertar en tus brazos para volver a decirte que no.
Y esto, y lo otro, y lo de más allá. Ya lo decía Sabina: "que amores que no mueren, matan; porque amores que matan, nunca mueren".
viernes, 4 de enero de 2013
To be.
Toda la vida tratando de estar tan cerca que ahora mismo me agobia el no respirar el aire que sueltas; me cuesta dormir si no te quejas de lo fríos que están mis pies y me despierto revuelta de pesadillas si no he tenido un "buenas noches" en condiciones.
Y ahí sigo, buscando las dudas fuera de tu cabeza, amontonando problemas en nuestra puerta, de esos que se cuelan en cuanto decides salir a tomar el aire. Y mientras yo, hecha un ovillo en el sofá, tapada hasta las orejas con miles de mantas de soberbia y de "quieto parao", riéndome de cada vez que vuelves con ganas de comerme a besos.
Hacer oídos sordos, una de mis cien manías, tal vez la más absurda, la más estúpida, la que más desearé no tener (o no haber tenido) dentro de unos años. Lo sé, no es tan difícil, es más, debería ser lo más fácil; plantarme delante de tu cara y dedicarte una sonrisa inmensa, hacer que volviesen a temblarte las piernas, la boca, la ilusión. Dedicar medio esfuerzo a hacerte feliz, despojarme de mi manta, o meterte en ella para que nos despojemos juntos. Exacto, eso, volver a desnudarnos con la mirada, a no creer más en cuentos chinos, a construir novelitas de esas de color pastel, de las mías. A plantarte besos de la cabeza a los pies, a tomarte la mano mientras cocinas, a abordarte por detrás y morderte la oreja para que te quejes en mis manos un rato largo, muy largo.
Reconstruir para derretirme en tus ojos, para deshacerme en tu boca, para no acordarme ni de qué día es cuando pones mi canción favorita en el coche. Reinventar para que el prefijo re deje de tener sentido, para que se me olviden todos los días en los que he ido a buscarte en mil cosas que no tenían tu nombre. Seguir con nuestro pasatiempo favorito, volver a las primeras veces, crecer en cada una de tus caídas y vencer en cada una de las mías; no tenerte lejos nunca más.
Ser; ser para dejar de escucharte decir que me quieres más cerca; ser para no tener nunca más la sensación de no estar a la altura; ser para luchar, para creer, para cambiar; ser para nosotros. Ser para que se te revuelva el estómago de paz cada vez que me recuerdes, para que algún día puedas decir que te he hecho un cuarto de feliz de lo que dice mi sonrisa cuando alguien me pregunta por ti. Ser para consolarte en tu primera arruga, para hacernos muy mayores, para que se me agoten las ideas, las fotos, los álbumes donde meterlas y las estanterías donde guardarlas. Ser para callar bocas, para sorprendernos nosotros más que nadie de los diciembres que sonríen cuando llegamos; ser para acordarnos siempre de nuestros trece, de lo increíble de verte cambiar, de lo orgullosa que estoy de lo grande que eres, de lo orgullosa que estoy de ti. Ser para que puedas ser a mi lado. Ser para que seamos. Ser.
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