Me punzaban las despedidas, cada vez que parabas el Opel en la puerta de mi casa... Me abrumaban los recuerdos de la noche anterior, tus sonrisas en mis labios, tus quejas a media noche cuando me alejaba un poco de tu abrazo.
Me dolían tus silencios, lo complicado que se hacía desear lo inesperado. Me hacían daño las esperas. Odiaba el tira y afloja que nos consumía.
No había un término medio, ni a golpes lo encontraba... O me ganabas tú o te hacía perder; empezaba a parecer imposible el empate a masajes, carcajadas y besos que nos había acompañado durante años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario