Sólo hay una cosa que me guste más que tu beso de "buenas noches"; tu beso de "buenos días."
lunes, 14 de marzo de 2011
jueves, 10 de marzo de 2011
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Perseguían sueños, como el que se nos había perdido a nosotros. Los escuché en el ascensor, se hablaban sin decir palabra; las promesas flotaban en el ambiente, las pude sentir y me pincharon la razón. Me acordé de ti, por primera vez en muchas semanas volviste a mis pensamientos y quise salir corriendo de allí. Bajé en el tercero y supe que ansiaban que abandonase aquel retículo enano porque se comieron a besos nada más empezó a cerrarse la puerta.
Entré en casa, dejé las llaves en el vacía bolsillos y me senté en el sofá. Recorrí el salón y de repente, como si llevasen meses esperando que les prestase atención, salieron disparados miles de recuerdos dispuestos a perforar el caparazón de mi memoria y a anidar por unos minutos en mi cabeza. Rompí a llorar, lento pero sin parar; de esos llantos que apenan a las piedras, de esos llantos que duelen hasta resquebrajar.
Volví a ver sus jóvenes rostros, brillantes de ilusión, sencillos. Sonreían a ojos del mundo; me recordaban a ti. Traté de aferrarme a tu dulce mirada, a todas las palabras bonitas que me habían regalado los oídos durante tantos años... Tus silencios me invadieron de la cabeza a los pies y me recogió la paz de tus brazos unos segundos. Supe que no acababa de estar sola. Vi tus ojos y los abracé en silencio.
No te volví a verte más desde aquella mañana de octubre. Y sé que si aquel fatídico tren no hubiese tenido celos de nuestro amor hoy nosotros, igual que ellos, estaríamos suspirando al compás de un cariño desbocado.
martes, 8 de marzo de 2011
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Si la estuviese mirando desde fuera diría que no es feliz, que le faltan motivos por los que sonreír y por eso siempre camina con un rostro inexpresivo; diría que va de vuelta, que cree haber pasado, sufrido y superado absolutamente todo lo que los demás viven con ilusión. Diría que sus pasos son lentos y ahogados, que su mirada anda perdida y que ni me advertiría si gritase en su oído.
Pero la miro de dentro, la conozco y la comprendo. Y es seria, pero es feliz. Es serena y calmada, vive en el punto medio, evitando de continuo los extremos, huyendo de las mentiras. Es sincera, antes que con los demás, con ella misma. No le engañes, estoy segura de que no te descubrirá, pero tampoco volverá a creer en ti. Lo observa todo y lo asimila, lo interioriza y aprende de ello. Se empapa de los demás, descarga la energía cuando alguien dice que no. Escucha y habla, sin parar. No anda perdida, ni ella ni su mirada; llevan un rumbo, y si te sentases a observarla sé que lo descubrirías.
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