lunes, 6 de diciembre de 2010

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Mantenía conversaciones telefónicas con la parte izquierda de su pecho. Le comunicaba el corazón la mayor parte del día, y cuando daba señal pocas veces obtenía respuesta. Iban descompasados, y eso le dolía, le asustaba, le frenaba.
Poco a poco dejó de llamarle, intentaba por todos los medios evitar la decepción distante y absurda que le producía el "pi pi pi pi pi" intermitente y agudo. Terminó por olvidarse del número y un día se encontró tirada en el sofá, cargada hasta los topes de bollería industrial, llorando a lágrima viva e incapaz de recordar por qué número empezaba su amor.

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