Rondábamos los 7 grados y llevábamos unos cuantos más de alcohol encima. Queríamos reír, tomar uvas, cantar, soñar y estar juntas. La playa regalando el primer amanecer del año y mis ojos testigos de semejante espectáculo bañados por unas lágrimas que surcaban melancólicas mis mejillas heladas. Besos, abrazos, llantos y sueño. Preámbulo de un año cargado de tantos deseos...
Tengo ante mi uno de los pocos objetos capaces de contar, con mi ayuda, todo cuanto he vivido en estos 365 días y a pesar de ello me quedo sin palabras. Ir, venir, volver. Escapa
r, sonreír, soñar... Quedarse.La desilusión ha anidado tantas veces en mi cabeza... Desasosiego, rutina, decepción. Amargas compañeras de un viaje dulce a ratos y agrio en ciertas ocasiones.
Me he sentido pletórica, llena, rebosante y feliz de verdad. Contrarios, opuestos; necesarios. Un año de simple vida. La noria de siempre: rápida a ratos y casi parada en otros; unas veces arriba y otras tocando el suelo. Acompañada cuando me sentía incapaz y sola cuando sabía que yo podía con aquello a lo que me enfrentaba. Esfuerzo con recompensa; orgullo alfín y al cabo.
Su amor en cada uno de mis amaneceres; su vida, su particular y adorable forma de enseñar a ser persona.
Sus cosas en cada fin de semana y su presencia allí donde se les necesitaba.
Su silencio en mi calma, su beso en mis viernes, su ternura cada día.
Cansarme de tonterías, aborrecer tardes, ahogarme en mis secretos y rebentar en el último momento. Sentir asco.Correr a refugiarme en abrazos, a cantar deseos, a compartir silencios.
Calzarme unas sandalias y tomar el sol hasta que la boca me pide agua, y abrigarme con bufanda, guantes y gorro para vencer a un frío que lucha por bañar mis huesos.
Caer. Bien hondo.
Levantarse, quitarse el polvo y volver a andar.
Fuerza, ganas ilusión. La maleta cargada de deseos. Lo necesario para tragar doce veces la fruta del vino.
Feliz 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario